Usted está en el parque, contemplando los árboles tranquilamente. De repente el teléfono emite un alerta. Es un correo electrónico de su jefe. La paz se acabó y usted siente una mezcla de intriga y estrés. ¿Qué querrá? ¿Habré hecho algo mal?
Nuevas reglas en Francia protegen a los empleados de los molestos correos electrónicos fuera del horario de trabajo. ¿Sería una ley en este sentido factible en otros lugares?
En muchos trabajos, los emails no se detienen cuando el empleado sale de la oficina. Y ahora Francia ha decidido actuar. Dos grandes sindicatos firmaron un acuerdo con dos patronales del sector de asesoría técnica, ingeniería, servicios informáticos, recursos humanos y consultoría para intentar ponerle fin a la jornada laboral interminable.
En 1999 Francia se convirtió en el primer y, hasta la fecha, único país del mundo en adoptar una semana laboral de 35 horas.
El nuevo acuerdo beneficia a los trabajadores independientes que están por fuera de las 35 horas semanales. Dice que los empleados tendrán que apagar los teléfonos de trabajo y evitar mirar el correo electrónico laboral, mientras que las empresas no pueden pretender que lean o respondan los mensajes.
Algunos correos fuera del horario de oficina estarán permitidos, pero sólo en "circunstancias excepcionales".
A veces resulta imposible ignorar los mensajes al salir de la oficina.
Desconectarse por obligación
En diciembre de 2011, la alemana Volkswagen anunció que los servidores dejarían de enviar correos electrónicos 30 minutos después del final de los turnos de los empleados y que recién volverían a empezar media hora antes de que la persona volviera a trabajar. La decisión fue imitada por el Ministerio de Trabajo de Alemania.
Si la prohibición de correo electrónico fuera generalizada, no todo el mundo estaría protegido. Como le explica a la BBC Andrew Lilley, un abogado de temas laborales. "Me imagino que muchos puestos de trabajo estarían exentos”.
Los emails en horarios intempestivos, explica Tom de Castella, de la BBC, son principalmente un problema de los empleados de oficina o de “cuello blanco”.
Afectan principalmente a abogados, periodistas y al sector financiero, donde muchos manejan sus propios tiempos. Pero quienes están más abajo en la jerarquía quizás también necesitan protección.
La tecnología ha desdibujado los límites de la jornada de trabajo. En la película de Woody Allen “Tócala de nuevo, Sam” de 1972 hay un chiste sobre un hombre de negocios adicto al trabajo.
Interpretado por Tony Roberts, comienza cada escena llamando a la oficina para dar el número de teléfono donde se lo puede localizar y por cuánto tiempo, seguido por el siguiente número de contacto. Era la excepción: los trabajadores podían desaparecer del radar de los jefes apenas salían de la oficina. Hoy en día cualquier persona con unsmartphone está ubicable.
Michael Reid, profesor de informática, dice que sus noches se interrumpen con regularidad. "Un correo electrónico llega a las 23:45 y sé que un colega está trabajando hasta tarde y quiero apoyarlo. Cuando lo veo en mi bandeja me siento abatido. Me quita el disfrute de lo que estoy haciendo".
Una consultora de publicidad en Londres que prefiere permanecer en el anonimato, dice que se supone que debe responder los correos electrónicos. Muchos llegan entre las 18 y las 22.
“No hace falta decir que no todos los mensajes de correo electrónico requieren una respuesta inmediata, aunque como debo decidir cuáles sí y cuáles no, al final debo mirarlos a todos". Ella acepta que los pedidos de información son parte del trabajo. Otros "¿puedo recordarle tal cosa?” o invitaciones a reuniones sin contexto “la vuelven loca”, dice. Ahora apaga su teléfono cuando se va a la cama para asegurarse una noche de sueño ininterrumpido.
Mirar los correos fuera del trabajo puede ser irritante para quienes nos rodean.
Imposible
Hacer cumplir la prohibición del correo electrónico sería casi imposible, argumenta Alief Rezza, analista petrolero en Noruega. Él revisa su correo cada media hora desde que sale del trabajo a las 16:30 hasta las 19. El mercado de valores sigue abierto y podría llegarle un mensaje urgente de sus colegas en Londres.
Cuando se despierta comprueba si los colegas de los EE.UU. o Singapur han estado en contacto. "No creo que la prohibición vaya a funcionar. Si Noruega le prohibiera a mi empresa que yo revise los correos entonces mi empresa tendría que buscar a alguien para que lea ese email en mi bandeja de entrada", argumenta.
Algunos creen que hacer cumplir la prohibición es imposible.
Al igual que muchos otros abogados, Andrew Lilley mira su email cada hora más o menos durante la tarde, y lo mismo en vacaciones. En los días previos a los teléfonos inteligentes recibía llamadas telefónicas. Un correo electrónico es menos intrusivo, argumenta. "La capacidad de estar localizable en el correo electrónico permite que mucha gente pueda salir de la oficina antes".
Esto puede ser un inconveniente, por supuesto. "No se puede negar que hay ocasiones en las que prefiero terminar lo que estoy haciendo. He tenido que irme del gimnasio para responder un correo electrónico del trabajo. Pero si uno quiere hacer un cierto tipo de trabajo tiene que estar dispuesto a que lo interrumpan”, argumenta.
"Y es tranquilizador saber que los compañeros pueden localizarnos para comprobar algún detalle crucial".
Paul Sellers, asesor de política de la federación de sindicatos británicos, dice que los británicos tienen el mismo problema que los franceses. Los que trabajan en el derecho, los medios de comunicación, las finanzas y el gobierno no logran desconectarse.
"¿Por qué estamos esperando que la gente trabaje a las 8.30 de la noche?" Los reglamentos relativos al tiempo de trabajo se elaboraron en la década de 1990 antes de que los teléfonos móviles estuvieran en amplia circulación. A los empleados del sistema de salud británico se les paga por estar de guardia, incluso aunque no trabajen. "Si a uno le pagan, lo valoran", dice Sellers.
Sin embargo, otro punto de vista es que el ocio y el trabajo se mezclan cada vez más. La nueva realidad es que la gente en muchos trabajos creativos combina las vacaciones y el trabajo, dice la columnista delFinancial Times Lucy Kellaway.
Daño colateral
La prohibición de email no es la respuesta, argumenta la investigadora Ksenia Zheltoukhova. Podría incluso perjudicar a los trabajadores que necesitan horarios flexibles: poder tomar un tren, enviar correos electrónicos entre las zonas horarias y salir temprano para cuidar a los niños. Un mejor enfoque es educar a los jefes sobre el equilibrio entre la vida laboral y personal y animarles a priorizar.
Para algunos empleados, el problema no es el propio correo electrónico, sino el daño colateral a los seres queridos "Para mí, los mensajes de correo electrónico a cualquier hora son parte del trabajo”, dice el consultor de publicidad. "Pero a mi pareja le molesta”.
Lilley pensó que había perfeccionado la ojeada discreta al teléfono durante la cena. Pero ya no está tan seguro. "Sospecho que uno está más distraído de lo que crees. Puede ser muy irritante para la gente que te rodea".
¿Usted qué opina? ¿Desconecta del trabajo fuera del horario laboral? ¿Estaría de acuerdo con que lo obligasen a desconectarse fuera del horario de trabajo? Deje su comentario en el espacio de abajo.
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